¿Cuántos jóvenes y adultos son víctima de algún percance que desencadene una visita al médico? Todos, o la gran mayoría hemos pasado en alguna ocasión por la consulta del médico para cerrar una herida o brecha a base de hilo y aguja, sin embargo desde hace pocos meses se baraja la idea de utilizar pegamento, si adhesivo normal, para acabar con dicha aflicción. No obstante unos recomiendan emplear adhesivo normal, aquél que utilizamos para arreglar cosas de casa y otros profesionalizan dicho descubrimiento con “adhesivo basado en proteínas del mejillón”.
Su primera aparición a nivel medico comenzó en 2013 para fijar las mallas internas que se implantan en los pacientes con hernia inguinal, ya que anteriormente se utilizaban técnicas de sutura y grapas, el método más tradicional ¿Cuál es la razón de la aparición del pegamento?
El adhesivo tisular o pegamentos de tejidos son sustancias que se utilizan en medicina para el cerramiento de heridas traumáticas o quirúrgicas como alternativa al uso de grapas o suturas. Tienen la ventaja de ofrecer al paciente una rápida recuperación sin la necesidad de retirar el material una vez cerrada la herida y es quince veces más rápido que todos los métodos anteriormente descritos, sin embargo lo más importante son las comodidades que obsequian a los pacientes asistidos por hernia inguinal, que salen erguidos del hospital y caminando como si nada hubiera pasado.
La ciencia va más allá en todos los contextos, pero dentro del mundo de los adhesivos empleados en un entorno médico, la Universidad Pohang de Ciencia y
Tecnología de Corea del Sur ha diseñado una nueva proteína adhesiva capaz de suturar heridas en tan solo 60 segundos, no más de un minuto, básicamente lo tardamos en atarnos los cordones del zapato, gracias a las propiedades adhesivas encontradas en las proteínas del mejillón. Dicho componente incluye, a parte de las propiedades originarias del molusco, tirosina, un aminoácido presente en las alas de ciertos insectos como la fórmula perfecta para crear un potente adhesivo que se activa mediante la luz. Tiene como fin principal evitar la pérdida de sangre y dolencias que pueden ocasionar las heridas cuando están abiertas durante demasiado tiempo, aparte los científicos coreanos especulan que se podría llegar a salvar la vida de personas que agonizan en caso de heridas demasiado profundas. LAMBA es el nombre por el que se conoce a este tipo de pegamento, y según sus investigadores, se reformula como una técnica revolucionaria que funciona incluso en mojado. Por lo tanto no se pierde nada de tiempo en cerrar las heridas sangrantes, igual que sucede cuando los mejillones tratan de reparar sus conchas debajo del agua.
Desde que el ser humano llegó a la Tierra las heridas provocadas por accidentes u otros incidentes han sido protagonistas de la historia, sin embargo los métodos para enmendar estos percances han ido avanzando con el paso de los años, hasta llegar al empleo de pegamento habitual.
Expertos médicos en este procedimiento aseguran que el uso de sutura y grapas causa muchas molestias y dolores posoperatorios a los pacientes, por lo tanto se ha buscado en la practicidad del pegamento un proceso de recuperación del paciente más sencillo y llevadero.
El antecedente de este pegamento en uso humano hay que buscarlo durante la Segunda Guerra Mundial, fruto de miles de bajas de soldados arramplados por metralla, heridas de arma blanca, químicos o simplemente por misil. El doctor americano Harry Coover, como consecuencia de la falta de recursos médicos para cubrir toda la demanda de heridos, buscó un material transparente empleado para las miras plásticas de los fusiles. De esta forma el doctor Coover dio con el cianoacrilato de metilo, un compuesto muy parecido a lo que hoy en día conocemos como “Superglue”, sin embargo no funcionó como el esperaba ya que pegaba demasiado y no permitía una instantánea incorporación a las filas para volver al combate cuanto antes. Siguiendo la línea del tiempo el cianoacrilato tuvo su momento de gloria durante la guerra de Vietnam por las mismas razones que la Segunda Guerra Mundial, empezaron a usar dicho compuesto para frenar el sangrado de los soldados y a pesar de su toxicidad, se convirtió en el mejor remedio para evitar que los mutilados se desangren. En los años sesenta la FDA (U.S. Food and Drug Administration) aprobó este compuesto para ciertos usos médicos y en la misma década Kodak vendió su patente a Loctite, ese pegamento que hoy en día se distribuye en tubos similares a los que se emplean para las lágrimas artificiales.
Desde un punto de vista médico se han conseguido grandes avances en esta técnica relacionada con facilitar al máximo la cura de heridas dejando a un lado las grapas y suturas. Tanto que esta práctica puede realizarse desde casa, con mucho cuidado, pero si se siguen todos los procedimientos necesarios se alcanzarán los mismos resultados. Si se presenta la situación con las manos limpias o una toalla, lave el área de la herida con agua fría y jabón con el fin de desinfectar toda la zona y no complicar la condición. El apósito líquido nunca debe situarse dentro de la herida, sino sobre los bordes de la piel donde se encuentra la cortadura, juntándolos hasta formar un sello sin dañarlo. Aplique el apósito liquido sobre la parte superior de la cortadura, mezclándolo de un extremo al otro de la herida hasta que seque en su totalidad, no más de un minuto. Obviamente pueden surgir complicaciones tras la aplicación en los que será necesario acudir a un médico de urgencia; como enrojecimiento, dolor, sangrado o fiebre tras la incisión. Normalmente no suelen presentarse complicaciones, incluso se puede lavar el sitio con agua y jabón diariamente para mantener la zona libre de infecciones.
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