El conocido como turismo del bisturí está en auge. Paquetes vacacionales que incluyen, junto a la playa, el avión y el hotel, una cirugía estética a precios desorbitadamente baratos. Una oferta por la que muchas personas se sienten atraídas al año pero que puede acarrear consecuencias de por vida
El low cost está de moda. O lo que es lo mismo, lo barato vuelve a estar bien visto. Vuelos low cost. Hoteles low cost. Turismo low cost. Restaurantes low cost… ¿Qué será lo siguiente? Pues algo que existe desde hace ya unos cuantos años: ¡la cirugía low cost!
El “turismo del bisturí”, como se le conoce popularmente, lleva en auge varios años pero ¿cómo no iba a estarlo? Sol, playa y un aumento de pecho, una liposucción o una nariz nueva por precios imposibles de encontrar en una clínica normal. Relax y un cambio de imagen, el mix perfecto que se presenta, de la mano de muchas agencias y páginas web, como una verdadera ganga. Sin embargo, las vacaciones perfectas y el cuerpo diez es probable que acaben siendo una auténtica pesadilla. ¿Qué se esconde realmente detrás de este tipo de cirugía? ¿Nos podemos fiar?
Latinoamérica es el destino favorito de estos paquetes vacacionales tan especiales, aunque Turquía, Túnez o Tailandia empiezan a crecer en este mercado a pasos agigantados. Chollos que acaban con un viaje de vuelta lleno de problemas derivados de la falta de garantías y controles de estas operaciones baratas. Un post-operatorio ya es de por sí delicado, sobre todo si se trata de cirugía mayo, pero realizar un viaje tras una operación puede complicarlo aún más. Los viajes en avión, con sus cambios de presión y altitud, puede provocar trombos en los pulmones y coágulos de sangre. La imposibilidad de un control médico a bordo y la dificultad que puede suponer el seguimiento médico en el lugar de origen aumentan las posibilidades de que el paciente acabe mal.
Por todo esto, la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (SECPRE) advierte, como ya ha hecho en ocasiones anteriores, de los riesgos para la salud que acarrea someterse a cirugía de bajo coste, en su mayoría realizada a cabo con materiales de baja calidad. Escatimar en quirófanos, anestesia o implantes, entre otros materiales necesarios para llevar a cabo el pre y post operatorio al igual que la propia cirugía, puede suponer graves complicaciones e incluso la muerte de los pacientes.
A su vez, los profesionales miembro de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (ISAPS) recuerdan la importancia del “seguimiento durante un post-operatorio, la necesidad de contar con un equipo de cirujanos plásticos cualificados y titulados ante la posible aparición de diferentes complicaciones, el no hablar el mismo idioma, el no conocer de primera mano la experiencia de otros pacientes, la no devolución del dinero en caso de anular la cirugía, etc”.
Muchas son las personas a las que, este chollo entre los chollos, le ha salido verdaderamente caro, tanto a nivel económico como psicológico y físico.
Todo ello, aspectos a tener muy en cuenta a la hora de tomar el paso hacia la camilla de operaciones.
El gran chollo del turismo de bisturí puede acabar siendo una broma muy cara. Muchos son los casos en los que los pacientes se tienen que enfrentar, una vez más, a la cirugía para reconstruir el desastre que las operaciones baratas le ha causado. Para otros muchos no hay vuelta atrás: en muchas ocasiones el daño es irreversible. No son pocos los testimonios horripilantes de heridas infectadas, cicatrices inimaginables, dolores y sangrados meses después de las operaciones, desfiguraciones…
Algo sorprendente es el auge del mercado de segunda mano en productos básicos para la cirugía estética y plástica. Mercado que aumenta acorde aumenta la demanda del turismo de bisturí barato. Cada vez son más las denuncias de la compra venta de productos como el bótox, el ácido hialurónico o las prótesis para el aumento de mama o glúteo en este nuevo mercado que tan de moda se ha puesto en todos los aspectos de nuestras vidas. El problema radica en que, al hablar de cirugía, nos encontramos con la venta de falsificaciones e imitaciones: nada de lo que aparece en el mercado de segunda mano ha pasado los controles necesarios por lo que no cumple con las garantías básicas, ni las inspecciones sanitarias.
¿Quién nos asegura que esos productos “súper baratos” de segunda mano no son los mismos utilizados en los “paquetes” de cirugía low cost? Es más, se han dado ocasiones en las que los expertos “cirujanos” no son tales o ni siquiera son médicos. Es común encontrarse con que las supuestas clínicas no son más que balnearios, spas o centros de belleza sin licencia médica ni credenciales para cirugías invasivas. Nos podemos encontrar a verdaderos carniceros –sin ánimo de ofender a los profesionales del sector cárnico- haciendo las labores de cirujanos plásticos o estéticos. Con la excusa del ahorra de unos cientos de euros –cierto es que en ocasiones nos podemos encontrar hasta rebajas del 50% o más- nos exponemos a profesionales dudosos que utilizan materiales más dudosos aún. ¿Cómo podemos esperar algo bueno de esto?
Es de todos sabido que existen varias razones por las que las cirugías estéticas tienen un coste alto. El coste técnico, del material y los honorarios de los profesionales van de la mano de la calidad de los mismos. La reducción drástica de este precio conlleva escatimar en los medios utilizados para llevar la cirugía a cabo. ¿Es un riesgo que queremos correr? Lo que verdaderamente hay que sopesar es si merece la pena ahorrarse unos cuantos euros a costa de un aumento considerable de los riesgos para la salud.
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