Que el ejercicio es una pieza clave para mantener un estilo de vida saludable es algo comúnmente sabido por todos. Sin embargo, ahora, esta máxima va un paso más allá y es que los científicos han determinado que no hacer ejercicio nos pone enfermos.
Nos lo han repetido hasta la saciedad. Es la fuente de la juventud, la clave para mantenernos sanos, para adelgazar y quitarnos esos quilos de más o para conseguir adquirir un poco más de masa muscular y alcanzar el objetivo que nos hemos marcado para nuestro cuerpo. La suma de dieta equilibrada y ejercicio es la fórmula mágica de la vida sana. Nos lo han repetido hasta la saciedad médicos y nutricionistas, lo leemos en todos los libros y hasta lo escuchamos de boca de los mayores como parte del saber popular.
Aun sabiendo lo que sabemos, todavía hay muchas personas que viven una vida sedentaria. El sedentarismo extremo es un problema mayor de lo que pensamos, incluso en pleno siglo XXI, en el que parece que todo el mundo está concienciado de la necesidad de cuidar nuestro organismo por dentro y por fuera para mantener un estado de salud. El sedentarismo es un problema de salud grave cuya solución no podría ser más sencilla: hay que moverse.
La fórmula para evitar que nos pasen factura las largas sesiones de sofá y cama es tan simple como salir a caminar. Andar un par de horas al día de forma continuada ya es suficiente para combatir el tan perjudicial sedentarismo sin pasar grandes penurias, de forma fácil y cómoda. Un poco de ejercicio suave diario ya pone en marcha el organismo para empezar a perder grasa corporal.
Un nuevo estudio científico lleva esta situación un paso más allá. No se queda sólo en el hecho de que el ejercicio físico ayuda a mejorar la salud sino que afirma que la falta del mismo la perjudica hasta el punto de ir deteriorando el sistema inmunológico. Por esto, llegamos a la conclusión de que no hacer ejercicio puede llevar a ponernos enfermos.
El catedrático de Fisiología del Ejercicio de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Antonio López Calbet, llegó a afirmar a este respecto que el ser humano está “condenado” a practicar ejercicio para evitar las enfermedades y que la iniciativa de fomentar el deporte como sistema de prevención de las mismas debería venir ya directamente por parte de los mismos médicos.
El ser humano está programado para caminar durante varias horas al día. Moverse y realizar ejercicio ayuda a prevenir enfermedades y mejorar nuestro estado de salud.
Estas afirmaciones se entienden dentro del estilo de vida actual. En el siglo XXI, donde la mayoría de las personas pasa más horas en el trabajo que en casa -y las horas de trabajo suelen pasarse sentados en una silla-, el sedentarismo está más que presente en la sociedad. Ésta es una situación que hay que evitar puesto que el ser humano es un animal activo por naturaleza. Si una persona se pasa una semana postrada en una cama sufrirá cambios notables en su organismo que pueden traducirse en, por ejemplo, una inflamación sistemática de sus órganos o incluso un aumento de la resistencia a la insulina, lo que le llevaría a desarrollar diabetes de tipo 2.
Un estudio sobre la hormona Leptina –la hormona que producen las células adiposas y cuya función es disminuir el hambre y generar gasto energético- indica que la obesidad sería menor o casi nula si esta hormona funcionase siempre de manera correcta. La investigación consistió en la pérdida de una gran cantidad de grasa en poco tiempo por parte de un grupo de voluntarios. La idea era comprobar cuál es la respuesta de la leptina para una pérdida de grasa tan rápida y saber si es posible reparar el sistema de señalización por leptina en un período de únicamente cuatro días.
Los resultados de este estudio indicaban que para perder solamente medio kilo de grasa cada día era necesario gastar una gran cantidad de energía y no prácticamente dejar de consumir alimentos. El ejercicio realizado por los voluntarios llegaba a las ocho horas diarias caminando, con descansos programados cada hora, basándose en las costumbres de los antiguos nómadas, que pasaban días caminando en busca de alimento.
Bajo la supervisión de un estricto control médico y tomando siempre toda las sales necesarias para el cuerpo en la bebida, estas personas protagonizaban un ejercicio experimental que no podría realizar cualquiera y que quería demostrar las bondades de realizar este ejercicio de manera continuada. Y, efectivamente, el resultado obtenido demostraba que se puede reducir la masa de grasa corporal en poco tiempo –sólo unos cuatro o cinco días- gracias a la realización de esta proporción de ejercicio físico mayor que las calorías ingeridas. Finalmente, la conclusión a la que llegaron los científicos encargados fue que la cantidad de grasa corporal reducida por los sujetos era la misma que se consigue eliminar con tres meses de entrenamiento. Además, caminar durante varias horas consigue aumentar la sensibilidad de la leptina y el apetito de los sujetos está mucho más regulado, por lo que no sienten la necesidad de comer en exceso.
Es comprensible que, hoy en día, casi nadie tiene tiempo para caminar durante tanto tiempo cada día pero lo que sí podemos hacer es dedicar un rato de manera diaria a realizar ejercicio, aunque solo sea caminar, porque con ello estaremos ayudando a prevenir enfermedades y lograremos que nuestro cuerpo sea mucho más sano y fuerte, por lo que nos sentiremos mejor con nosotros mismos.
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