La universidad de Stanford da un paso de gigante para atajar el envejecimiento que va más allá de los métodos tradicionales hasta ahora conocidos. Un nuevo estudio del centro estadounidense ha descubierto que la clave para frenar el reloj biológico está en las células madre, una proteína y los telómeros
Todos envejecemos tarde o temprano, eso está claro pero ¿y si consiguiésemos ganarle el pulso al tiempo? Nuestro reloj biológico hace “tic tac”, cada día un nuevo “tic” y cada semana un nuevo “tac”. Tenemos claro que es incuestionable pero ¿y si lo retrasásemos uno, cinco o hasta diez años? Ahora, por fin, la posibilidad de hacerlo está más cerca. Un equipo de investigadores de la norteamericana universidad de Stanford han descubierto que las células madre pueden ser la clave en nuestra lucha contra el envejecimiento.
Su investigación se basa en el descubrimiento de una proteína existente en las células madre que, implantada en los telómeros, hace que estos no se acorten –llevándolos a rozar casi la inmortalidad. Estos telómeros son, por así decirlo, las puntas finales de las células de nuestro cuerpo, la parte encargada de su reproducción y que porta el material genético o ADN. Son los extremos de los cromosomas y están estrechamente relacionados con diferentes enfermedades entre las que se encuentra el cáncer.
Cada vez que una célula se reproduce para renovar tejidos, por ejemplo, el telómero se acorta (con la reproducción de los telómeros enfermedades tales como el cáncer pasan de una célula a otra). Y así una y otra vez. De esta manera los tejidos se renuevan. Sin embargo, este proceso no es infinito sino que se da hasta que la célula se ha reproducido tantas veces que el telómero es demasiado corto. Cuando esto ocurre el proceso de reproducción no se puede llevar a cabo y la célula muere. Esta es una manera sencilla de explicar cómo y porqué envejecemos. Hasta ahora el proceso descrito era algo indudable e incuestionable, no se podía modificar pero, ahora, los científicos de Stanford han encontrado una manera para que los telómeros de las células sean más longevos, es decir, tengan una vida más duradera, gracias a la ya mencionada proteína encontrada en las células madre.
En la actualidad este procedimiento está en fase experimental aunque los resultados son muy estables y fiables.
Las pruebas en el laboratorio lanzan grandes esperanzas por lo que es solo cuestión de tiempo que comiencen las investigaciones con humanos.
En pocos años –o incluso meses- podríamos tener al alcance de nuestras manos la solución para frenar el envejecimiento, ya sea prematuro o cronológico. Sin embargo, hasta que esto ocurra, lo único que podemos hacer es recurrir a métodos más “de andar por casa” para retrasar nuestro reloj biológico –aunque solo sea hasta que el estudio de Stanford despegue, obtenga todas las validaciones y garantías necesarias y de un salto hacia la comercialización.
Tal vez sea el ritmo de vida que llevamos hoy en día o, quizás, el estrés, la ansiedad, la falta de sueño, las preocupaciones o cualquier otro factor externo, pero son cientos las variables que pueden desatar el envejecimiento rápidamente e, incluso, de manera precoz. El reloj biológico es una realidad que debemos asumir y que no podemos, por el momento, frenar. Sin embargo, como ya hemos mencionado antes, está en nuestras manos intentar retrasar sus efectos de una manera natural.
La clave del antiaging o antienvejecimiento se basa en cinco pilares básicos de los que todos y todas hemos oído hablar más de una vez. La dieta, el ejercicio, el control del estrés, el uso de suplementos nutricionales y, en los casos más extremos, el reemplazo hormonal son los trucos que debemos seguir para mantenernos jóvenes por más tiempo. Sabemos que siguiendo una dieta equilibrada –con la mediterránea por bandera-, realizando ejercicio físico diario –no hace falta que se lleve al extremo, puede hacerse de manera moderada-, intentando controlar el estrés –a través de métodos de relajación o yoga, por ejemplo- y cubriendo nuestras carencias alimenticias con suplementos –aunque una dieta realmente equilibrada no debería tener como consecuencia el consumo de estos-, nuestro reloj biológico puede ralentizarse. Si a esto le sumamos los últimos descubrimientos de Stanford de los que ya hemos hablado en este artículo, voilà, aquí tenemos la clave para envejecer más tarde.
En resumen, hasta que las nuevas investigaciones de Stanford se materialicen y consigamos una píldora mágica o una inyección rejuvenecedora de verdad, los consejos de los nutricionistas de toda la vida son nuestra mejor opción para frenar el “tic, tac” de nuestro reloj biológico. Es indudable que no podemos comparar los resultados ofrecidos por los remedios tradicionales como la dieta o el ejercicio físico continuado con el alargamiento de la vida de los telómeros. Seamos sinceros, ni la alimentación ni el deporte, ni el control del estrés, conseguirán nunca prolongar la vida de estas pequeñas partes finales de las células que nos ayudan con la regeneración de nuestros tejidos y el “transporte” del material genético. Sin embargo, nunca es malo echarles una mano para que nuestra piel luzca más joven por más tiempo. Es obvio que los resultados no serán los mismo pero, al menos, podemos darle una pequeña oportunidad.
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