¡Por fín! Se ha encontrado el freno definitivo al envejecimiento

Los pioneros del experimento han conseguido demostrar que las células senescentes dañan al organismo y aceleran el envejecimiento del organismo. Por lo tanto, Si se extraen estas células, además de retrasar las funciones de envejecimiento, se puede dilatar la formación de tumores o mantener la función de ciertos tejidos y órganos. Lo mejor de esta noticia es que la revista Nature asegura que este proceso no arrastra efectos secundarios en el paciente, por lo tanto puede considerarse como una batalla vencida en el campo del antienvejecimiento.

El proceso para lograr semejante descubrimiento se ha realizado con ratones de mediana edad (unos 12 meses) modificados genéticamente y sensibles a la extracción de células senescentes en cualquier momento de su vida. Jan van Deursen, biólogo y principal precursos del experimento, explica la senescencia como un freno de emergencia por el cual las células dañadas dejan de dividirse. Estas células no son necesarias en nuestro organismo, ya que el sistema inmune elimina las unidades senescentes de manera regular, sin embargo este proceso va perdiendo fuerza con el tiempo y el “barrido” no es igual de eficaz.

La senescencia celular tiene un papel muy importante durante el desarrollo, en la composición de las estructuras y conjuntos celulares de nuestro organismo, como por ejemplo ocurre con el envejecimiento. Nuestras células envejecen de forma normal (unidades senescentes) y como patología de los propios pacientes, por lo tanto se produce un daño de las células adyacentes, provocando la inflamación crónica asociada con la fragilidad y las enfermedades relacionadas con la edad. La buena noticia es que se puede reforzar la limpieza de las células dañadas ¿Cómo? a través de un transgén – gen transferido de un organismo a otro de forma natural o artificial- que permite la eliminación de las células senescentes en el paciente. Como ya hemos comentado, la senescencia busca retrasar el envejecimiento y frenar la formación de tumores como resultado de la extracción de células dañadas y la administración de un compuesto llamado AP20187. El desenlace del experimento describe el titular de la noticia: la esperanza media del paciente (en este caso ratones modificados genéticamente) se ha conseguido ampliar de un 17 a 35%, además de brindar una apariencia más sana y una reducción considerable de la inflamación en la grasa de la célula.

A través de este proceso (senescencia) se logra extraer todas aquellas células que afectan negativamente a la salud y acortan la vida útil en ratones normales hasta un 35%

El apéndice, las muelas del juicio o el coxis son partes de nuestro organismo que no tienen una función concreta y ocurre lo mismo en el caso de las células senescentes. Estas unidades se acumulan con el envejecimiento y son perjudiciales para nuestro organismo, dañando órganos y tejidos de nuestro cuerpo. Gracias a dicho descubrimiento es posible eliminar las células senescentes sin ningún tipo de efecto secundario aparente y se vaticina que aquellas terapias o fármacos que imiten este proceso pueden llegar a ser muy útiles para la cura de enfermedades derivadas del envejecimiento como la diabetes, la insuficiencia renal y distintos cánceres.

Este descubrimiento se ha consagrado como un éxito en ratones como pacientes, sin embargo en el momento de trasladar el objeto de investigación en humanos, todavía no ha sido posible demostrar la eficacia del experimento. El principal inconveniente surge de la imposibilidad de introducir una modificación genética en seres humanos, como ocurre en el caso de los roedores, aunque bastaría con la “limpieza” del 60 al 70% para gozar de efectos terapéuticos muy significativos. Un posible candidato es la rapamicina, un fármaco con múltiples ventajas; ya que funciona en varias especies y en la actualidad se han demostrado efectos positivos en roedores. La rapamicina, entre sus diferentes funciones, interrumpe la función del gen mTOR- encargado de gestionar la funcionalidad de las células en el momento de usar y tomar la energía de éstas- y reduce las moléculas inflamatorias producidas por las células senescentes con el objeto de obtener resultados terapéuticos significativos. Otro candidato son los fármacos senolíticos, encargados de eliminar selectivamente las células senescentes sin llegar a dañar las células ni tejidos que los componen. Por lo tanto, los dos fármacos más efectivos entre los 46 analizados, fueron el dasatanib y el quercetin, demostrando su capacidad para reducir significativamente tanto los problemas cardiacos generados por la edad, los vasculares, la debilidad muscular, la osteoporosis y las dificultades neurológicas.

Normalmente el sistema inmunitario es el encargado de la eliminación de muchas células senescentes, sin embargo no puede abarcar toda su capacidad, e incluso con la edad se pueden llegar a acumular en todos los órganos de nuestro cuerpo. No solo les basta con quedarse y segregar enzimas tóxicas que degradan los tejidos, sino que también se resisten a abandonar. Todavía no se conocen las causas por las que este tipo de células aceleran los procesos del envejecimiento, aunque los investigadores del presente estudio señalan la inflamación como principal responsable. Esta deducción surge como el resultado de previas investigaciones, las cuales aclaran que las reacciones inflamatorias aumentan el riesgo de todas las enfermedades derivadas del envejecimiento. La reducción de la inflamación, gracias al proceso señalado, explica también la disminución del riesgo de padecer cáncer en todos los pacientes.

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