Maria Strydom, una escaladora vegana de 35 años ha perdido la vida mientras descendía el Everest con la intención de demostrar que los veganos tienen el mismo rendimiento que los omnívoros. Tristemente no ha sido así y ha perdido la vida en un intento fallido por demostrar esa creencia generalizada de que los veganos están mal nutridos y son más débiles ¿Cómo? Escalando las siete cumbres más altas del Planeta.
La escaladora australiana afirmaba una semana antes del ascenso a un periódico de la Universidad de Melbourne en la que trabajaba que el principal objetivo de la expedición no era otro que desmentir la idea generalizada de que las personas veganas están mal nutridos y son débiles a la hora de hacer frente a semejante situación, como escalar las siete montañas más altas de la tierra. El viernes 20 de este mes la doctora Strydom alcanzó la cima del Everest desde el Campo Base 4, el más alto del recorrido, sin embargo tuvo que regresar inmediatamente tras presentar síntomas de mal agudo de montaña: se define como la falta de adaptación del organismo a la carencia de oxígeno como síntoma de la altitud de la zona, variable de 2.400 a 8.000 metros de altitud. Sus síntomas más frecuentes causan mareos, fatiga, dolores de cabeza, náuseas, pulso rápido o dificultad respiratoria, entre otros, y en algunos casos puede resultar mortal como bien ocurre en esta situación.
Su marido Robert Gropel obligó a Strydom a abandonar la cima al percatarse de los síntomas de su mujer, la cual llegó hasta la base, sin embargo no sobrevivió a las actuaciones médicas. ¿Por qué esta situación se ha convertido en noticia? Más de 250 montañeros se han dejado la vida tratando de ascender a la cima del Everest en los últimos 100 años, sin embargo Strydom emprendió el camino con el único objetivo de demostrar que las personas veganas pueden hacer de todo y más, según relató en la última conferencia ofrecida en la Universidad de Melbourne.Esta tragedia tiene un trasfondo importante, Maria Strydom ha perdido la vida en el intento por demostrar que un estilo de vida vegano puede soportar actividades de tal calibre como ascender el pico más alto del Mundo, nada más que 8.848 metros sobre el nivel del mar, y en realidad por ser vegana no está fuera del peligro que supone dicha actividad, ocurriendo lo mismo en el caso de los omnívoros.
No deja de ser una labor muy peligrosa, sin embargo en este punto la alimentación y forma física del montañero se convierten en protagonistas a la hora de afrontar semejante reto.
Para quien no lo sepa, el veganismo es un estilo de vida basado en la abstención del consumo o uso de productos de origen animal como un rechazo absoluto a la explotación de animales y otros seres vivos.
Ese “más” ha sido la causa de la muerte, pensando que por el mero hecho de ser vegana está fuera de cualquier peligro que pueda perjudicar la salud, incluida la cima más alta del Planeta de 8.848 metros.
Sin embargo muchos artículos han ilustrado las consecuencias del veganismo asociadas a problemas cardiacos, debilidad o mal nutrición tras una larga revisión de estudios sobre su estilo de vida.
La nueva tendencia vegana ha ido creciendo en el tiempo y cada vez son más las personas que se unen a esta corriente, de hecho en nuestro país se calcula que durante el año 2015 contábamos con unos 40.000 veganos y el abastecimiento de 315 comercios especializados. Según una investigación procedente de Suecia, uno de los países pioneros en esta tendencia, en 2050 la mayoría de la población mundial será vegetariana como consecuencia del aumento de la población y la escasez del agua, según informa la asociación animalista TVAnimalista.com.
A pesar de las epidémicas previsiones de futuro sobre el veganismo, es importante recordar las investigaciones paralelas sobre los “daños” que pueden repercutir en nuestra salud, a largo plazo, en el caso de integrar el veganismo como estilo de vida. Al escuchar “dieta vegetariana” suena a una persona que cuida su alimentación y además está concienciado sobre la explotación de los animales, sin embargo el veganismo es considerado por muchos como “ser vegetariano a un nivel extremo”, tanto que los riesgos de sufrir enfermedades cardiacas se elevan a niveles muy espigados. Es cierto que la ingesta desmesurada de alimentos de origen animal aumenta los niveles de colesterol en la sangre, no obstante la baja ingesta de ácidos grasos y omega3 entre los veganos también pueden provocar grandes dificultades cardiovasculares.
La carencia de vitamina B12, esencial para el funcionamiento del cerebro, del sistema nervioso y para la formación de la sangre y varias proteínas, está implicada en el desarrollo del metabolismo del individuo y sólo se obtiene en la mayoría de alimentos de origen animal. Su déficit puede provocar anemia megalobástica, que resulta de la síntesis de ADN en la producción de glóbulos rojos y desencadena síntomas como cansancio, dolores de cabeza, vómitos, úlceras en la boca y entumecimiento de manos y pies.
En la analítica también se descubrió que los partidarios de la dieta vegana poseen niveles altos de homocisteína, un aminoácido que afecta a la sangre y favorece la formación de coágulos, llegando a obstruir completamente las arterias. Como añadido impide alcanzar niveles ordinarios de colesterol HDL o “bueno”, fundamental para el correcto funcionamiento del organismo; en concreto para la formación celular y la actividad neuronal.
A pesar de todo lo anterior hoy en día existen múltiples suplementos para cubrir las necesidades básicas de todo ser humano con el objeto de mantener dicha doctrina y, a la vez, mantener unos niveles saludables de cara a la galería: como la ingesta de frutos secos, ricos en omega3 y otras grasas saludables. También la vitamina B12 se puede sustituir por en forma de píldoras como los suplementos multivitamínicos o en bebidas energizantes.
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